Se cumplen tres años sin uno de los mejores novelistas de Latinoamérica, Carlos Fuentes





A tres años de su fallecimiento, el escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) fue recordado por sus colegas y amigos como un escritor universal, cuyo nombre es de vital importancia para las letras no sólo mexicanas sino hispanoamericanas.

El escritor Gonzalo Celorio consideró que los libros de Carlos Fuentes son fundamentales“ porque han abierto puertas, han hecho innovaciones significativas, han roto con una tradición y han abierto otra tradición literaria, señala un comunicado del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

“Yo creo que en el caso de Carlos Fuentes su obra es importante para la literatura pero también es muy importante para la historia de la literatura, creo que de cualquier obra escrita en Hispanoamérica podemos saber a ciencia cierta si fue escrita antes o después de Fuentes”, expresó.

Destacó que después de Carlos Fuentes “ya no tenemos ninguna necesidad de presentar un pasaporte identitario para tener una resonancia más allá de nuestras fronteras”.

Celorio, quien fue amigo cercano de Carlos Fuentes, lo recuerda como un hombre de gran vitalidad, “parecía que tuviera 20 años menos que nosotros, porque tenía una gran actividad, disciplina y energía”.

“Había que verlo cómo se comía una docena de ostras o cómo se trepaba a un pódium o cómo daba, con una gran capacidad histriónica una conferencia en español, en inglés o en francés. La verdad es que tenía una gran vitalidad y una capacidad de trabajo verdaderamente admirabilísima”, sostuvo.

En su oportunidad, René Avilés Fabila aseguró que el legado literario e intelectual de Carlos Fuentes, así como su compromiso político, han aumentado con el paso del tiempo. “No cabe duda de que es un escritor no sólo importante para México sino para todo el mundo, es un escritor que de pronto uno encuentra libros suyos en países tan remotos como Finlandia o Rusia, no se diga en España, Francia o Estados Unidos”.

Recordó que Fuentes fue prosista, ensayista y periodista que dejó testimonios eficaces que todavía pueden ser muy válidos de grandes acontecimientos internacionales, como el del movimiento estudiantil de 1968, “del que supimos en México por un reportaje que publicó editorial Era”.

El también escritor y crítico literario Juan Domingo Argüelles señaló que el autor de “Aura” fue un hombre de letras en todo el sentido, “no nada más un novelista o cuentista, no nada más alguien que incursionó en el teatro y por supuesto en el ensayo, sino también alguien que tenía una visión política, una visión social del mundo”.

Por ello, dijo, es uno de los pocos escritores al que se puede definir como un intelectual. “Me refiero a que su ejercicio del pensamiento, su ejercicio de la reflexión sobre el mundo era bastante sólido y además tenía una repercusión importante”.

Argüelles recordó que la obra narrativa de Carlos Fuentes puede ser dividida en dos épocas, la primera integrada por libros como “La región más transparente”, “Las buenas conciencias”, “La muerte de Artemio Cruz”, “Cambio de piel”, “Aura” y “Gringo Viejo”.

Mientras que en una segunda fase, el peso intelectual y su preocupación sobre la historia del país, lo llevaron a escribir ciertos libros que, a decir del crítico literario, ya no tenían la misma fuerza y originalidad narrativa de los primeros, entre ellos “Constanza y otras novelas para vírgenes”, “Los años con Laura Díaz” y “La silla del águila”.

Carlos Fuentes nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá, por el ejercicio de la profesión diplomática de su padre tuvo una infancia cosmopolita, en ciudades como Quito, Montevideo, Río de Janeiro, Washington, Santiago y Buenos Aires. Sin embargo, fue en México donde estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, para luego hacer un doctorado en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza.

Su narrativa se situó del lado más experimental, con el uso de recursos vanguardistas como son la pluralidad de puntos de vista, la fragmentación cronológica, la elipsis y el monólogo interior, en un estilo audaz y novedoso que exhibe un perfecto dominio de la más refinada prosa literaria.

Fue a los 26 años, cuando se dio a conocer como escritor con el volumen de cuentos “Los días enmascarados” (1954), en el que ya se advertían sus preocupaciones: la exploración del pasado prehispánico y de los sutiles límites entre realidad y ficción.

Siguieron obras como “La región más transparente” (1958), que significó un cambio de orientación en la novela que en México en aquel entonces era realista y rural y “La muerte de Artemio Cruz” (1962), brillante prospección de la vida de un antiguo revolucionario y luego poderoso prohombre en su agonía.

Recibió múltiples reconocimientos como los premios Rómulo Gallegos en 1977, Cervantes en 1987, Príncipe de Asturias de las Letras en 1994, la Condecoración de Gran Oficial de la Orden de la Legión de Honor de Francia en 2003 y en 2009 la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica.

Fue miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua, así como de El Colegio Nacional, embajador de México en Francia y obtuvo el doctoradoHonoris Causa por varias universidades entre ellas Harvard, Cambridge y la UNAM.


Carlos Fuentes murió el 15 de mayo de 2012 y aunque no era un autor joven, según Juan Domingo Argüelles, “siempre sentimos que su muerte fue prematura”, pues hay muchos escritores que a edades más avanzadas siguen produciendo, al menos de manera esporádica.




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